En su libro La expulsión de lo distinto Byng-Chul Han habla de la escucha en los siguientes términos: “Escuchar no es un acto pasivo. Se caracteriza por una actividad peculiar. Primero tengo que dar la bienvenida al otro, es decir, tengo que afirmar al otro en su alteridad. Luego atiendo a lo que dice. Escuchar es un prestar, un dar, un don. Es lo único que le ayuda al otro a hablar. No sigue pasivamente el discurso del otro […] El silencio de Broch es amigable, es más, hospitalario. Se retira por completo para dejar espacio al otro. Se vuelve todo oídos sin la molesta boca”.
