LA RABIA

as gatas 4
Hace ya muchos años que trabajo con el Archivo y sobretodo con los archivos y Centros de Documentación.

Quiso la providencia del arte que la idea de Archivo se convirtiera en una vertiginosa marca de prestigio para los museos, comisarios, directores, artistas.

De repente eso con lo que nunca pensé ganarme la vida era trending topic.

Todo era archivo.
Todo era archivo, no sabemos como, de repente, todo era archivo.

Fue entonces cuando la directora de una institución de Barcelona, a la que nunca agradeceré suficiente ese gesto, dio paso a mi puesta de largo. Tras años de estudio del tema en la biblioteca de esa institución la misma institución me encarga un trabajo y un libro sobre lo que yo creía era cosa mía, que no tenía lugar en la endogamia universitaria y menos en la corte de las tendencias.
Y así me convertí  en una pequeñita e ingenua estrella del «Archivo». Me llamaban de muchos sitios, incluso sin saber la verdadera la razón de mi trabajo que en realidad tiene que ver más con la teoría Arcivística postmoderna, la gestión de información, que con las reflexiones artísticas, aunque he bebido mucho de ellas, son fundamentales y han iluminado muchos aspectos del tema.

Como toda moda tiene unos años de vigencia, después llegó el género, y bienvenido sea, pero con el género han llegado los «mutantes», esos seres de la cultura que tienen la habilidad de saberlo todo sobre lo que esté de moda. Yo los envidio, no tengo tanta energía. Y además se han olvidado del Archivo. Que bendición es la amnesia.

Curiosamente el «género» debería mirar más al Archivo, en Cánada u EEUU hay estupendxs archiverxs trabajando en como debería ser un archivo Trans-género, que incluso encuentran los archivos sobre gays, lesbianas, etc. como enemigos que han usado las estructuras patriarcales archivísticas como forma de autoridad y de retorcido proceso identitario al más puro estilo de cualquier lugar de poder concentrado

En mi opinión el arte ha hecho un gran mal a las prácticas archivísticas, las ha convertido en fachada, las ha representado -representar en un verbo cáustico- desactivado y creado un muro entre lo que el «archivar» es, su potencia para cambiar situaciones y la ventana que constituye por la que los habitantes del planeta nos podemos colar, si nos dejan, en el centro de eso llamado «poder».

Estupendas obras de arte han conseguido que la red social de gestión de información regida por leyes que poco a poco tienden a la transparencia (esa utopía) esté más separada por un telón de acero donde el archivo se ha hecho «bonito».

El analfabetismo archivístico de muchos agentes culturares que pertenecieron a la tendencia y que ahora la han tirado por la ventana, se ve con la distancia como francamente grave.

Una vez tuve la oportunidad de preguntarle a San Buchlog si ahora que había escrito tanto sobre archivo y atlas no le interesaba estudiar las estructuras internas de esos repositorios  que él tanto y tan bien había analizado para las prácticas artísticas. La respuesta fue «no», un no rotundo.

Mi trabajo hoy en día profundiza más y más en las estructuras de información de todos lo tiempos (incluidos los contemporáneos). Se da un fenómeno curioso, los archiveros más teóricos  y yo nos entendemos y  cambiamos información sin problema. Cuando me acerco a algún museo, se ponen en guardia, no se si por feo o por que tienen miedo a lo que pueda opinar o simplemente no les importa porque en el fondo esa parte del museo no tiene visibilidad.. (POR SUPUESTO HAY CENTROS DONDE ESTO NO OCURRE, ELLOS YA LOS SABEN)

Me acerco a centros que siguen criterios de actividad cero, que no hacen de su tarea archivístico-bibliotecaria un proceso de conocimiento participativo y que creen que lo participativo es utilizar mucho las redes sociales. Centros fascinados por la tecnología digital que olvidan que esa tecnología es para desarrollar su centro no para convertirla en su centro de actividad.

Con la pretensión del entendimiento global y las normalizaciones la mayor parte de los centros de documentación que conozco no son más que repositorios bien ordenados donde poder encontrar lo que buscas lo más rápido posible y, por supuesto, encontrar el último catálogo publicado por un museo afín.

Es desesperante ver como fuera de España, siento el tópico, el panorama es muy diferente y la activación de los centros no consiste sólo en mantener métodos tradicionales de gestión de la información y «hacer» actividades dónde al usuario se lo convierte en público.

Un centro de documentación que contiene información sobre arte no es lo mismo que un centro de documentación artístico y artística, el segundo requiere una profunda reflexión sobre sus herramientas, categorías, formas de recuperación de material, en definitiva ser un servicio no únicamente de libros e información, sino lugares de conocimiento y sorpresa todo lo contrario a la desactivación que con frecuencia me encuentro.

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